Heart of Darkness #2


"I came upon him, and, if he had not heard me coming, I would have fallen over him, too, but he got up in time. He rose, unsteady, long, pale indistinct, like a vapour exhaled by the earth, and swayed slightly, misty and silent before me; while at my back the fires loomed between the trees, and the murmur of many voices issued from the forest. I had cut him off cleverly; but when actually confronting him I seemed to come to my senses, I saw the danger in its right proportion. It was by no means over yet. Suppose he began to shout? Though he could hardly stand, there was still plenty of vigour in his voice. 'Go away - hide yourself', he said, in that profound tone. It was very awful. I glanced back. We where within thirty yards from the nearest fire. A black figure stood up, strode on long black legs, waving long black arms, across the glow. It had horns - antelope horns, I think- on its head. Some sorcerer, some witch-man, no doubt: it look fiendlike enough."

Heart of Darkness #1



"An eerie feeling came over me. She seemed uncanny and fateful. Often far away there I thought of these two, guarding the door of Darkness, knitting black wool as for a warm pall, one introducing, introducing continuously to the unknown, the other scrutinizing the cheery and foolish faces with unconcerned old eyes. Ave! Old knitter of black wool. Morituri te salutant. Not many of those she looked at ever saw her again - not half, by a long way."

Pato



El Pato era un perro formidable que llevó una vida de lo más plena, longeva y placentera en el seno de la familia Moix Sender. Le gustaba Barcelona, pero se sentía egipcio descendiente de faraones; no le hacía ascos al pienso para perros, pero prefería el Roast-Beef; paseaba si hacía falta, pero no veía necesario ir a arrimarse a árboles lejanos teniendo uno muy conveniente a la vuelta de la esquina; relacionarse con perros no le disgustaba, pero su familia humana colmaba sus más bien modestas inclinaciones sociales.
El Pato celebraba su cumpleaños el día de Nochebuena. En estas ocasiones siempre se le reservaba un plato de Roast-Beef, y en general repetía. Luego, cuando todo el mundo se había acostado, imagino que se echaba en el sofá a dormir plácidamente con el estómago lleno de carne de primera. El sofá, aunque le estaba prohibido, era su hábitat natural. Tanto tiempo había pasado panza arriba en el sofá que su naturaleza había sufrido una modificación irreversible, como si del mismo modo que su cuerpo moldeaba los cojines del sofá, estos hubieran moldeado su genética canina. Si por alguna circunstancia inesperada se hubiera visto forzado a vivir en un entorno silvestre, parecido al que sin duda habitaron sus antepasados, el hecho de no disponer de sofá habría sido para el Pato la mayor amenaza a su supervivencia. Afortunadamente, nunca tuvo que vérselas cara a cara con la naturaleza y gozó de todas las ventajas de la civilización humana hasta el último de sus días. 
Sus familiares lo echan mucho de menos, así que esta Navidad he decidido obsequiarles con el dibujo que veis.